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Yo marcho trans

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Yo marcho Trans

Salimos del barrio Santa Fé con la Red Comunitaria Trans, haciendo un recorrido varios de los puntos donde habían asesinado a alguna de sus compañeras hasta llegar al punto de encuentro de la marcha, donde las esperaría una carroza que, con el dinero trabajado y colectado entre ellas, habían elaborado durante los últimos meses; una carroza que la organización les había obligado a cambiar varias veces y luego de las revisiones tecnomecánicas había sido aprobada su salida. Llegando a la carroza nos informan que esta no puede salir, una de las doce llantas está un poco lisa; una, para un vehículo de doce, revisado, antes aprobado y que no iba a moverse a más de dos kilómetros por hora, una puta llanta. O todas o ninguna y la igualdad no se negocia gritaban mientras frenaban toda la marcha. No sean problemáticas, importa es la marcha, no hagan boicot, decían delegados de la alcaldía y de las otras carrozas, divinamente montadas y patrocinadas. Resistieron por más de una hora hasta que les autorizaron salir con su carroza, pero sin el montaje y sin sonido, ya que la organización y la policía, que por “cosas de la vida”, la única carroza que no vigilaron fue la de ellas, saqueada arriba del Parque Nacional mientras se discutía en la séptima. “siempre hay una traba, siempre somos insuficientes, siempre somos lo menos, siempre somos las adoptadas pobres de la alcaldía, siempre pobres, siempre putas, siempre sucias, nunca somos personas”. Al final, sacaron fuerza de donde siempre les ha tocado, secaron sus lágrimas y marcharon hasta llegar a la plaza, juntas, con su muñeca inflable gigante.

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Tantas coincidencias que concurren, cuesta creer en que no hay nada detrás de todo lo sucedido.

Entonces, se aceptan de la comunidad LGBTIQ quienes corroboran los estereotipos que se mueven en medios, el maricón chismoso feminizado, diseñador o artista cuando tiene plata, peluquero cuando no, al que tenemos de amigo para no decirnos homofóbicos, la arepera idealizada del porno y el traveco de show en algún bar o discoteca, el entretenido; pero no hay lugar para el gay que confronta ni para el puto, de lejos la lesbiana que grita por derechos y no por placer y, Si transgénero no nos baila y es una puta pobre, no es persona. Si un grupo de la marcha dista tan siquiera un poco del proceso de capitalización de esta, es mejor que no se vea, porque sólo queremos las plumas, la escarcha y las banderitas, queremos reírnos y no que nos recuerden la población de putas, gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, intersexuales y queer que todavía luchan por los derechos que les niegan como ciudadanos, que han humillado, torturado y asesinado.

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Extra

Cuando planeaba cómo tomar las fotos de la marcha, en qué concentrarme y cómo hacerlo, tenía en la cabeza algo totalmente diferente, me encontraba motivado por el libro Chroma de Nick Fancher, (es un buen libro, no tanto por lo que dice o explica, lo es por la invitación a experimentar) deseaba centrarme en los colores y las luces como elemento narrativo dominante. Para bien o para mal, las condiciones de luz en la marcha (no dispongo de un flash con la potencia suficiente para colorear bajo el sol al medio día) y la situación que mencioné antes, hicieron necesario un cambio de punto de vista.

Miguel Mejía